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INFORME SOBRE LOS CUBIERTOS


Neófitos dirán que no existe gran diferencia a la hora de elegir entre un tenedor y una cuchara, pero la escogencia de uno u otro revela importante información sobre el carácter de las personas, máxime cuando el objeto sobre el que se va a aplicar el uso del cubierto es una sopa.


Generalicemos y tomemos un almuerzo promedio al que el sujeto común se ve enfrentado en aras de calmar su apetito. La diferencia esencial a la hora de escoger el cubierto (Decisión más importante que la de si sopa o huevo, de si carne o pollo, de si gaseosa o jugo) determina la actitud de la persona ante la vida. Una cuchara, como muchos sabemos, posee una forma cóncava que le permite alzar la comida una vez se desplaza por debajo de ella. Por el contrario, su compañero cuatridente ataca directamente la ración alimenticia desde arriba, cual ejército invasor llegando a un inocente pueblo. La aparente minoría en la cantidad de alimento recogido se ve justificada por el método agresivo de adquirirla, diferente al sistema de arrastrarse con la cuchara y levantar el alimento, ya que de está manera se le está pidiendo permiso a la comida, poniéndose obviamente por debajo de la misma en una escala de liderazgo.


Bajo este análisis, posee una actitud más agresiva aquel que eleva un tenedor ante la prueba de dar buena cuenta de un almuerzo, mientras que manifiesta una actitud contraria quien escoge una cuchara. Salvo el caso, claro, de que sea una mujer quien escoja la cuchara y la aplaste contra el cráneo de quien esto escribe en un afán desprovisto de toda lógica de demostrar su punto. En ese caso lo más inteligente es hacerse el harakiri con el cuchillo, el cual ha demostrado ser democrático e imparcial frente a los otros cubiertos.