LIMPIANDO EL KARMA

Honestamente, no me puedo quejar. Este año salí del país, salí de mi casa, salí de la soltería. Tuve más sexo del que esperaba, aunque menos del que quisiera. Tuve tanto dinero como el que necesito, que no es mucho, cociné más de lo que me pude comer y bebí menos de lo que acostumbraba. Corrí más de lo que nunca lo he hecho y fumé menos de lo que creería. No vi crecer a mis sobrinos. Cada vez que los visitaba, estaban más grandes, pero no presencié el momento exacto. Uno creció en altura e inteligencia y el otro en ternura y en el eje equis. recuperé amistades gracias al facebook y eliminé mi cuenta en el facebook. Luego la recuperé y me quedé con los pocos contactos que realmente me importan. He dibujado, escrito, expuse caricaturas, conocí esos lugares que consideraba ficticios por el simple hecho de haberlos conocido en libros. Empecé el año con sexo y sin dinero, y prefiero ese orden. Parece que terminará igual. Yo terminaré algo cambiado. No más sabio, sólo más viejo. Me entrevistaron en una revista y escribí para otra, y ninguno de los dos reportajes ha salido. Se fundó una religión al sabio Vargas debido a mis escritos en twitter y se cayó el mismo día. Blogueé, fui panelista de reemplazo para hablar sobre el porno en un evento para el Campus Party que no floreció. Apoyé a mi madre en su devoción por la Virgen y dios se burló socarronamente cuando me vió rezando a pesar de que no creo en él. Me metí a un gimnasio y superé mi record. Duré sólo tres días. Estuve en la media maratón, y soporté cerca de una hora ver como la gente corría bajo el inclemente sol bogotano del mediodía. Una fría cerveza me permitió continuar con esa actividad. Conocí gente muy bacana y le dejé de hablar a gente a la que no le di oportunidad de caerme mal. Olvidé mucha información que tenía y recordé detalles del pasado que, no sólo creía olvidados, sino que no cambian en nada mi existencia actual. Dormí, comí, cagué, tosí, estornudé, parpadeé, vi tele, me puse los zapatos, me recorté los pelos de la nariz, suspiré. No recuerdo haberme tronado los dedos en todo el año. Aprendí que está bien fracasar, que está bien estar triste de vez en cuando. Aprendí que no sirve trabajar bien si no se cae bien a ciertas personas, aunque sólo caer bien tampoco sirve. Hay que equilibrar talento profesional y habilidades sociales, aunque también se que no hay que negarse a si mismo. Soy pesimista. Me hago videos. Me deprimo con cierta facilidad. Tengo una particular habilidad para encontrar el lado negativo de las cosas. Bebo, fumo, soy asocial, me desesperan la incompetencia, el exceso de algarabía, las reuniones sociales. También noté que, aunque desteto a la gente, acepto a las personas como son. Soy más noble de lo que creía, más divertido de lo que parece, más juicioso de lo que estoy dispuesto a admitir. A pesar de que no suelo hacer planes, este año pasaron las cosas que siempre quise que pasaran. Y otras cosas más. Me hice pasar por argentino para evitar un excesivo recargo en un taxi, dije tantos "te quiero" que perdí la cuenta, aunque menos "me quiero" de los que recomienda la gente feliz. Me paré en actitud solemne frente al micrófono que minutos antes había usado el presidente, volví a comer pescado y, no se si para bien o para mal, volví a escribir.